El gobierno se ha propuesto terminar con el modelo neoliberal existente en Chile, que se caracterizaría especialmente por la oferta privada competitiva de servicios sociales financiados por el Estado. Lo que tenemos y lo que se quiere cambiar, es un modelo entre muchos que pueden existir bajo un mismo sistema. En este caso, el sistema abarca a todas las economías de mercado abiertas al comercio y las finanzas internacionales. A ese nivel, nuestra economía no se diferencia -ni se diferenciaría- de aquellas existentes en, por ejemplo, Alemania, Suecia, Australia o Nueva Zelanda.
Se suele culpar al modelo chileno por su incapacidad de resolver las deficiencias existentes en materias sociales, que pueden deberse a un gasto fiscal insuficiente o a que los recursos disponibles se gastan mal. En cuanto al monto del gasto social, a menudo se olvida que muy luego después del pronunciamiento y a raíz de un estudio pionero de Miguel Kast y Sergio Molina, el régimen militar decidió priorizar el combate contra la pobreza. Para ello, se focalizó el gasto social en ese último segmento de la población. Los siguientes gobiernos reforzaron tal política y en la actualidad el gasto fiscal social en Chile es aproximadamente un 20 por ciento del PIB y más del 70 por ciento del gasto fiscal; esto es muy elevado y ya se encuentra aproximadamente dentro del rango de ese mismo gasto en los países desarrollados.
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