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¡Qué difícil es terminar con una dictadura!
El grupo que abusa en su favor del Estado y oprime a los ciudadanos arrebatándoles sus libertades e incluso sus vidas, se aferra al poder. Es muy grande el temor a vivir separados de sus prebendas, privilegios e inmunidades. Y además de los más conspicuos detentadores del poder, a su alrededor hay todo un conjunto de otras personas que para su provecho personal han incurrido en delitos y arbitrariedades en favor de sus jefes, y que demandan ser protegidos.
Esa realidad agrava la tragedia que sufren nuestros hermanos venezolanos y dificulta darle fin.
El 22 de octubre del año recién pasado la oposición venezolana realizó una elección primaria para escoger su candidatura presidencial para la elección que este año debe efectuarse en su país.
Fue un evento que nuevamente confirmó la vocación democrática de los venezolanos. Más de dos y medio millones de ciudadanos concurrieron a las urnas muy adecuadamente administradas por la oposición, y de manera aplastante más de un 92% de los sufragios fueron para que María Corina Machado fuese su candidata presidencial.
Una vez más me emocionó la valentía y la capacidad de organización de la oposición venezolana, igual a como lo había experimentado en las elecciones legislativas de diciembre de 2015 y en el referéndum de julio de 2017 convocado por la Asamblea Nacional sobre la convocatoria a una antidemocrática constituyente.
Me ha admirado la valentía de las mujeres venezolanas en su lucha por recuperar la libertad y la democracia. Y entre ellas desde hace muchos años sobresale María Corina.
El 17 de octubre de 2023 el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y la Plataforma Unitaria de Venezuela firmaron el “Acuerdo Parcial sobre Promoción de Derechos Políticos y Garantías Electorales para Todos” conocido como el Acta de Barbados. En este acuerdo las partes “reconocen y respetan el derecho de cada actor político de seleccionar su candidato…”.
Canadá, la Unión Europea y el Reino Unido con ocasión de esos acuerdos expresaron su exigencia sobre “la independencia del proceso electoral y de las instituciones judiciales” y “el respeto de los derechos humanos y políticos” en Venezuela; y Estados Unidos su expectativa y entendimiento de que Venezuela definirá “un proceso y plazos precisos para la readmisión acelerada de todos los candidatos. A todos aquellos que quieran postularse a la presidencia se les debe conceder esa oportunidad, y tienen derecho a condiciones electorales equitativas, a la libertad de circulación y a garantías sobre su seguridad física”.
Pero desde el día siguiente de las primarias de la oposición, muy altos personeros de la dictadura venezolana expresaron su determinación de no aceptar la candidatura de María Corina, a pesar de lo que habían firmado y a lo que se habían comprometido solo 5 días antes en Barbados.
Por esa razón expresidentes del Grupo IDEA (Iniciativa Democrática de España y las Américas) nos dirigimos al presidente de Estados Unidos y a la presidenta de la Unión Europea, y a los primeros ministros de Canadá y del Reino Unido solicitando que en su condición de testigos del Acta de Barbados y por incluso ya haberse levantado sanciones a la dictadura de Maduro y su camarilla, actuasen para impedir ese rompimiento de lo acordado.
Para ganar tiempo como acostumbra a hacer abusando de la buena fe de las otras partes, la dictadura venezolana inició un procedimiento ante el Tribunal Supremo de Justicia para aclarar la situación de los posibles candidatos.
María Corina planteó un reclamo de hecho y sin sustento alguno la Sala Político-Administrativa de ese poder comunicó que está inhabilitada. Eso es totalmente contrario a la constitución de Venezuela.
La inhabilitación es una pena accesoria a un delito. No puede una sala que no es de la rama penal condenar a María Corina a una inhabilitación por 15 años. Eso solo podría eventualmente hacerlo la Sala Penal, y solo después de una sentencia final condenatoria en un juicio penal ejecutado de acuerdo con las normas del debido proceso.
Es claro, se trata simplemente de un rompimiento del acuerdo de Barbados.
Igual como en Cuba no se permite más que la participación del partido político de la dictadura, igual a como en Nicaragua se encarcela a los candidatos de oposición y se les arrebata la ciudadanía, la dictadura de Maduro tampoco acepta elecciones democráticas.
Con valentía María Corina Machado sigue actuando y diciendo “HASTA EL FINAL”.
Los garantes internacionales no pueden simplemente dejarse tomar el pelo por Maduro. Sus convicciones democráticas y el respeto al prestigio de sus propios países los obligan a actuar.
Todos los demócratas del mundo, gobiernos y personas, y en especial los latinoamericanos debemos “HASTA EL FINAL” mantener el apoyo a la libertad y a la dignidad de los venezolanos y a la democracia de Venezuela.
Sin María Corina en la papeleta no hay elecciones posibles este año en Venezuela.
Si alguna persona quiere hacerle el juego a la dictadura de Maduro y sin legitimidad ni fundamento alguno pretende dar su nombre y apoderarse de la candidatura de la oposición, ese acto de traición a Venezuela y a la democracia la llenará de ignominia para siempre. Y de nada le servirá a la dictadura. No hay manera de que una elección sin María Corina Machado oculte la desfachatez de la dictadura que empobrece y agrede todos los días a venezolanas y venezolanos.