La libertad y la democracia en América Latina han venido debilitándose sistemáticamente. Entre los principales riesgos se encuentran el crimen organizado y el narcotráfico, la corrupción, los ataques a las instituciones y liderazgos autoritarios que buscan concentrar el poder. Pero durante los últimos años, un nuevo fenómeno ha comenzado a amenazar gravemente nuestras democracias: el populismo.
La aparición de problemas cada vez más complejos, el estancamiento económico y los problemas sociales han dado paso a una creciente desconfianza en las instituciones, a cuestionamientos cada vez más profundo hacia la democracia representativa y la difusión de discursos de odio y noticias falsas que fomentan la polarización.
Este contexto, se ha convertido en un terreno fértil para la aparición de liderazgos populistas que apelan a un mito y una utopía. Un mito, glorificando algún hecho del pasado. Una utopía, ofreciendo el paraíso en la tierra. Los liderazgos populistas buscan ofrecer soluciones fáciles, agudizar la animadversión hacia los representantes y debilitar la institucionalidad, dificultando el diálogo y la posibilidad de acuerdos.
¿Cómo enfrentamos los populismos, revitalizamos la buena política y recuperamos el rumbo hacia el desarrollo?